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Juan Manuel Reyes Cruz 9 de abril de 2012.
La llegada diaria de más de 400 migrantes enviados por autoridades de Inmigración de los Estados Unidos a esta frontera, mantiene en jaque a autoridades municipales y a quienes manejan los destinos de la casa del migrante, lugar donde llega por lo menos la mitad de éllos, con el sueño de buscar otra oportunidad para cruzar de nuevo la país del norte. A Nuevo Laredo, llegan y regresan del norte (aunque autoridades lo niegan) lo mismo mexicanos, salvadoreños, hondureños, guatemaltecos y de otros países. Y lo peor del caso, la mayoría son expulsados de Estados Unidos, derrotados, enfermos, sin dinero y sin un lugar de destino donde llegar. José Carmona, encargado de la oficina del migrante en esta frontera, asegura que un buen número de deportados cuenta con preparación para desempeñar un buen trabajo ya que regresan con mano de obra calificada, situación que contrasta con lo declarado por la mayoría de los migrantes. “Muchos de éllos, tienen licencias para trabajar como mano de obra calificada en Estados Unidos, por eso hay que ver la manera de acomodarlos en México, para que no batallen” dijo a IMAGEN, Pepe Carmona, quien a la vez es regidor suplente por Nuevo Laredo. La ex regidora Grisela Garza Flores, y hoy titular de la coordinación de la oficina del migrante, dijo que a ese instituto llegan cada día 130 deportados y de allí se les dirige a la casa del migrante, y al albergue municipal, donde se les da agua, pan, comida y ropa usada, así como aseo personal. “ningún migrante se queda en la ciudad” afirma la entrevistada, pero no explica entonces como la casa del migrante ya no cuenta con capacidad para recibir a más deportados y diario se ven por las calles de esta frontera a quienes buscan la manera de regresar con los suyos, pero al norte y no al sur. Francisco Paz Ramos, emigrante hondureño, al ser entrevistado por IMAGEN, dijo que llegó a esta frontera prácticamente desmayado, débil y sin saber que hacer, pero desea regresar a Estados Unidos, “alguien le habló a los bomberos y me llevaron al hospital, voy a tratar de cruzar otra vez, nomás cruzo el puente y se a donde llegar” manifestó. Por su parte, Ángel María Zábila, desea llegar a Michigan, donde ya trabajó hace años y donde ganaba de 60 a 70 dólares, en el corte la manzana, el espárrago, calabaza, y el durazno, en una bodega “con eso la hago, esa misma cantidad que gano allá; en Honduras lo hago en dos días, allá(Honduras) todo está muy caro, nos pagan 70 lempiras por día, con eso apenas se compra pollo, arroz, frijol y tortillas” recordó quien dijo ser originario del país catracho. Otro centroamericano, que espera la oportunidad de trabajar como migrante en el país del norte, Dimas Chinchía, nació en el Salvador, y es uno mas que se vino a la aventura con una edad de 42 años, donde quiere realizar un viejo sueño “ para tener un mejor futuro ya que en nuestros países todo está perdido, aunque sé que no hay mucho trabajo, sé que a través de familiares nos pueden colocar” dijo mirando al piso, con la firme intención de no fallar en su intento. Aseguró el entrevistado que ya trabajó de ayudante de albañil en compañía de un hermano en los Ángeles California, donde ganaba cerca de 100 dólares diarios.
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